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Auguratricis, sirenibus, et alii daemones…

En esta nueva sección estaremos hablando de las mujeres que han concebido horror al mundo, aquellas que gustan de lo siniestro, que caminan entre las sombras y que no dejan que nadie las limite; conoceremos sus obras, sus miedos (si es que los tienen) y sus vidas.


Flannery O’Connor


Flannery O'Connor (Georgia, 1925-1964), fue una escritora estadounidense de quien Joyce Carol Oates dijo “tiene menos en común con Faulkner que con Kafka y Kierkegaard”. Es autora de dos novelas y 31 relatos, con historias plagadas de seres marginales como predicadores ateos, iluminados histéricos, vendedores oportunistas y adolescentes miserables que colisionan dejando destrucción a su paso.


Sus personajes, que parecen salidos de fotografías de Diane Arbus, son sureños al igual que el ambiente que describe; motivo por el cual es considerada la reina del gótico sureño. Citando de nuevo a Oates: “Las historias no son sobre refinados neoyorquinos en la era en que nada pasa excepto dentro de la cabeza de los protagonistas; sino que algo pasa en el relato, algo de magnitud irreversible, generalmente muerte de forma violenta."



Su obra (publicó también ensayos y reseñas), considerada una de las más importantes de la literatura estadounidense del siglo XX, a la vez trasciende el ámbito local para crear ficciones de alcance universal.


Las principales influencias de O'Connor fueron Hawthorne, Poe, Faulkner, Porter, Conrad, Bernanos y Mauriac. Haciendo énfasis en el pecado original, la culpa y la alienación. Harold Bloom la incluyó en su firmamento como: “Un genio de lo grotesco que quiere obligarnos a encontrar la gracia divina por la vía de lo brutal.”



Cuando O’Conor tenía 15 años, hija única, perdió a su padre por Lupus, esto hizo que decidiera quedarse en Milledgeville, Georgia. Se graduó en Estudios Sociales en el Georgia State College for Women, donde fue editora de la revista universitaria Corinthian, en la cual publicó ficción, poemas y ensayos. Además de desempeñarse como la dibujante no-oficial del campus contribuyendo a dicha revista, al anuario, al periódico e incluso las paredes del lounge para estudiantes. Sus compañeros la recuerdan teniendo un humor astuto, un desprecio hacia lo mediocre y por sus continuos y despiadados ataques ​a lo trivial y lo pretencioso.


En 1946 fue aceptada en el prestigioso Master de Creación Literaria de la Universidad de Iowa; presentando sus primeros cuentos como tesis en la colección The Geranium (El Geranio), donde el cuento The Turkey (El Guajolote) es representativo de la importante conexión entre lenguaje y credo que impregna el trabajo de O’Connor. En este tiempo había empezado a trabajar en Wise Blood, la que acabaría siendo su primera novela, publicada en 1952.


En 1950 se le diagnosticó lupus, terrible enfermedad autoinmune e incurable, misma que atacó a su padre. En 1951 se trasladó a la granja Andalusia con su madre, justo fuera de la ciudad, mientras que ella, con las limitaciones de la enfermedad (fue hospitalizada durante periodos intermitentes por los siguientes 13 años,), se dedicaba a la escritura. Ahí pudo continuar su afición a la cría de aves, especialmente pavos reales, pero también gansos, patos y cualquier ave exótica que pudiera conseguir. Incluso logró enseñar a una gallina a caminar hacia atrás.


O'Connor con pavorreales, su ave favorita.


En esta vida aislada, recibía visitas de amigos y admiradores, algunos buscando orientación literaria y otros espiritual. La relación epistolar que mantuvo con muchos de ellos le permitió realizar algunos viajes, sobre todo a universidades, para hacer lecturas de sus relatos.


De sus obras más conocidas tenemos A Good Man Is Hard To Find (Un hombre bueno es difícil de encontrar), publicada en 1955, que trata del destino de una antigua beldad sureña que viaja junto con su familia en un coche con niños, un gato, maletas y su insoportable cháchara, y cómo se cruza de manera trágica con el de un asesino.


En su ensayo de 1960 Some Aspects of the Grotesque in Southern Fiction (Algunos aspectos de lo grotesco en la ficción sureña) escribió: “Me he dado cuenta que cualquier cosa salida del Sur será llamada grotesca por los lectores del Norte, a menos que sea grotesca, en cuyo caso será llamada realista.


El trabajo de O'Connor: 2 novelas y 31 relatos


También en 1960, se publicó The Violent Bear It Away (Los violentos lo arrebatan), su segunda novela, que cuenta la historia de Francis Marion Tarwater, un chico de 14 años que trata de escapar al destino que le ha prescrito su tío: la vida de un predicador.



A principios de 1964, O’Connor es sometida a cirugía por un mioma y esto reactivó el lupus, que estaba en remisión, empeorando su salud durante los siguientes, meses. El 3 de Agosto de 1964, Flannery O’Connor fallece en el Baldwin County Hospital después de varios días en coma.


Everything That Rises Must Converge (Todo lo que asciende tiene que converger o Las Dulzuras del Hogar -en España-), también antología de cuentos cortos, se publicó de manera póstuma en 1965.


Por su trabajo, O’Connor recibió diversos premios, incluyendo el O. Henry Award en 1957 y el National Book Award en 1972. En 1992 O'Connor fue introducida al salón de la fama del Georgia Women of Achievement con honores, y en el 2000 fue agregada al salón de la fama del Georgia Writers Hall of Fame.


Cuentos que recomendamos leer para probar el gótico sureño de esta escritora: El Guajolote, Gato Montés (Wildcat), Un hombre bueno es difícil de encontrar, La persona desplazada (The displaced person), Una vista al bosque (A View of the Woods), Los lisiados entrarán primero (The Lame Shall Enter First) y El festival de la perdiz (The Partridge Festival).


- Elphaba


Flannery con autoretrato

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