En algún otro lugar, he hablado sobre lo que pienso respecto a la muerte. Así mismo, es inevitable hablar sobre lo que sigue después de la misma. Y aunque mi opinión sobre el tema es, en el mejor de los casos, irrelevante, mi fascinación con el mismo es grande.
Sin embargo, eso no viene al caso (o si, pero no como ustedes piensan). De lo que en realidad quiero hablar es sobre la reacción que tenemos ante la muerte de algún conocido, o familiar. ¿Cómo lidiamos con eso? Algunos nos sumimos en la depresión. Algunos otros, se dan a la tarea de evitarlo y distraerse y algunos otros se refugian en el trabajo.
No es nuevo saber que un escritor da una de sus mejores obras cuando está siendo atormentado por el luto. Stephen King escribió Pet Sematary durante el luto que guardo tras la muerte de su madre, y cualquiera que lo haya leído sabe que desato toda su ira sobre los Creed, llegando a niveles de crueldad inexplorados hasta para el mismo.
¿Pero hacer una comedia?
Supongo que en igualdad de circunstancias, esto solo lo podíamos esperar del autor de Fight Club.
Chuck Palahniuk nos entrega en Damned (su doceava novela) una comedia oscura con un trasfondo enteramente sobrenatural, bañado en la misma muerte, la salvación, la condenación y la eternidad, todo esto relatado por una niña de 13 años, hija de una pareja de celebridades. La pequeña Maddy piensa que murió de una sobredosis de mariguana. Todo lo que nos relata, lo hace directamente desde el mismo Infierno.
La historia nos habla sobre como Maddy llego al infierno, conoció a sus acompañantes, descubrió lo que le pasa a los dioses menores, aprende cómo funciona la vida eterna y encontró un trabajo (si, por que, en el infierno, hay que trabajar). Todo esto mientras Maddy trata de reacomodar sus recuerdos para saber exactamente cómo fue que murió. A la vez, tiene que encontrar una manera de existir en el infierno a pesar de los dioses menores y el constante abuso que sufre por parte de los “bullies” del Infierno (Hitler y otros tiranos).
La narrativa es fluida, este libro es increíblemente fácil de leer. Si no fuera por las astutas frases que caracterizan a Chuck (“En el infierno, uno sería tonto si contara con el que la gente va a demostrar altos estándares de honestidad. Lo mismo va para la Tierra”), juraría que se trata de una autora joven que trata de vendernos una franquicia al estilo del club de las niñeras. Esto beneficia a la historia porque nos pone de inmediato en la posición de Maddy, y nos muestra el mundo plástico y falso donde vivía, y la reencontramos en el Infierno, que es igual de falso y plástico que el lugar de donde proviene.
Uno de los puntos altos del libro, es la facilidad con la que uno se va al infierno, de acuerdo con la mitología de Chuck. Uno se va al infierno si dice la palabra FUCK más de 100 veces en su vida. Así mismo, si usa el claxon sin razón más de 100 veces, al infierno. ¿Tiraste la colilla de cigarro al suelo más de 100 veces? Igual, al infierno. Igualmente, nos indican que el Infierno no es exactamente el hoyo horrible que dicen que es. Solamente la falta mantenimiento.
El personaje de Maddy es odioso. Trata por todos los medios de indicarnos que no es una niña solamente por tener 13 años y parece estar consciente de todo lo que iba mal en su vida, como su sobrepeso, el abandono en el cual la tenían sus padres y su desinterés en la interacción social. Pero nos sentimos extrañamente atraídos hacia ella porque representa una libertad increíble. Por sus mismos defectos, ella no tiene mucho que perder estando en el infierno, y por su corta edad, no puede extrañar muchas grandes cosas de la vida. Su posición en la eternidad es envidiable.
En general, es una lectura obligada por lo increíblemente divertido que es leer esta novela. Pero si tienes un poco de depresión, o alguna situación que te moleste en tu vida, entonces no solamente estas enlistando un poco de diversión. Confía en mí. Al final, ¿qué diferencia hace?
Todos nos vamos al infierno, de todos modos.
Por: Javo Monzón.
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