Si hay un juego que sea el epitome de la frase “las reglas cambian”, ese es Fluxx. Todo comienza de manera sencilla: “toma una carta, juega una carta”. Ni siquiera hay una manera de ganar al principio. Sin embargo, las reglas pronto se expanden creando una experiencia muy dinámica. Lo cual puede ser bueno o malo según las circunstancias. Eventualmente, alguien jugará una carta con alguna meta y alguien tendrá las piezas para completarla, y eso es todo.
Ahora, con la versión de Cthulhu Fluxx, las reglas iniciales tienen un ligero cambio: “toma una carta, juega una carta, vuélvete loco”. Esta versión toma las cartas genéricas del Fluxx regular y las deforma en un set de cartas con un arte extraño y lovecraftiano. Claro que hasta allí llega el cambio, hay poco juego que agregar en algo que es poco juego de inicio.
¿Entonces qué es, se preguntarán con justa razón? Un simple lubricante social para llenar los espacios vacíos con algo intrascendente que cause el mínimo roce entre los jugadores, excepto por las ocasiones en que se reemplace la meta en la que se había trabajado la última hora por otra que haga ganador la persona que ni siquiera sabía qué estaba haciendo.
Ahora vienen las preguntas normales, ¿debería jugarlo? La respuesta está entre “¿qué tan ebrio se encuentra?” a “¿te sientes con suerte, punk?”
Si ya están familiarizados con Fluxx y pueden aceptar que es la suerte la que selecciona al ganador, este juego les gustará. El humor relacionado con temas Lovecraftianos es bueno y una que otra referencia les podría sacar una sonrisa. Hasta allí.
- José Talamantes
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