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Fallen

Cuando los caídos no siempre se levantan.

Time is on my side, yes it is. Time is on my side, yes it is... - The Rolling Stones

Fallen es una película de 1998 cuya verdadera estrella resulta ser el demonio al que personifican varios actores tanto protagónicos como de reparto. Y cuando digo de reparto me refiero a un verdadero montón de actores de reparto. Al principio vemos a un Denzel Washington medio desganado, como suele ser este actor a quien en lo personal no le recuerdo nada muy loable, pero que al menos acaba por reivindicarse hacia el final. Con viejas fórmulas aunque bien adaptadas como la novela de detectives por un lado, tenemos a Denzel dando vida a John Hobbes, un detective de la policía de Philadelphia cuyo fiel compañero, Jonesy, es interpretado por un John Goodman ya más veterano y lejos de sus años de “picar piedra” (¡Jaja!) en la industria del cine. El equipo liderado por Hobbes ha conseguido la captura del multiasesino Edgar Reese, un verdadero azote de las víctimas desprevenidas en la ciudad del amor fraternal y antagónico encarnado por un espectacular Elias Koteas, de quien sólo se puede lamentar no haber visto más de él en algún papel principal en otras películas y que tan sólo se hayan limitado a darle personajes secundarios como los que haría ese mismo año en The Thin Red Line y Apt Pupil, basada esta última en la potente noveleta de Stephen King. Al argumento policial se añaden, entre otros, los vistos en obras como la novela The Return, de Walter de la Mare, la obra de teatro The Dybbuk, el clásico Ligeia, de Poe, la extraordinaria The Exorcist y toda la efectiva parafernalia de los Body Snatchers basada en el mito de la transmigración de las almas de la escuela pitagórica, de la cual a su vez el cristianismo tomaría prestado el dogma sobre un mundo invisible que coexiste con el nuestro. Y es que por esa misma línea de lo cristiano, a todo lo ya mencionado sobre la trama de esta historia se suman para hacerse presentes los requisitos del subgénero, si se le puede llamar así, del terror diabólico u horror basado en los ángeles contra los demonios.


Pronto descubrimos que hay algo de magia negra del Antiguo Testamento, sumeria y todos esos rollos, involucrada en los hechos y, a la manera de Charles Lee Ray en Child's Play (Chucky para la raza), vemos al psicópata de turno pronunciando un galimatías místico con el fin de pasar el alma de su cuerpo al de otra persona antes de morir condenado en la silla eléctrica. Pero su alma no es humana, sino el espíritu del demonio milenario Azazel, una entidad inmaterial con atributos mitológicos que, como ya se puede adivinar a estas alturas, se dedica a saltar de un cuerpo al siguiente para conseguir sobrevivir a través de los eones hasta la eternidad y por los siglos de los siglos. Se trata de un juego cuyas reglas exigen que por sobrevivir se entienda "permanecer en el mundo de los humanos" (aunque siempre me he preguntado qué tan mal deben andar las cosas en "el otro lado" para que los demonios sean tan insistentes en su afán por emigrar al nuestro).


La película incluye al grimorio de rigor, el descubrimiento de la trama paulatino de toda historia detectivesca que se precie de serlo, la aparición de un personaje femenino con un pasado secreto que deviene en apoyo moral del protagonista y el manejo hollywoodesco de las doctrinas espiritistas que en definitiva hacen de esta combinación una de las recetas más efectivas para escenificar la permanente lucha entre las fuerzas del bien y el mal en la pantalla grande. Se toca el tema de los arcontes que haría popular el escritor de la contracultura Carlos Castaneda con su siempre citado Don Juan, y hay también desgracias familiares y dramas personales de esos que nunca están demás comprendidos entre los vericuetos de un guion.


Algo a destacar es el por lo menos interesante giro de las circunstancias que se arroja sobre el espectador cuando apreciamos que si bien John Hobbes no es sinónimo del “genio infalible” como los héroes de Poe y Sir Conan Doyle, sí se nos muestra como un policía bastante competente que logra resolver el caso más importante de su carrera y tiene un desenvolvimiento muy profesional, pero cuyos atributos racionales le serán de poca utilidad a la hora de enfrentarse contra los ilógicos poderes de lo desconocido. El final, por su parte, es ambivalente ya que viene en dos etapas, una ingeniosa y otra cliché.


Como dato, la película no logró recaudar en taquilla lo invertido en su presupuesto. La crítica tampoco fue muy amable con ella, pero es lo justo. La verdad es que es entretenida pero nada más. Recomendable para una tarde de sábado cuando no haya reunión del Círculo Lovecraftiano & Horror u otra cosa mejor que hacer como lavar la ropa.


-Isidro Morales "El Juez"

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