Autor: J. C. Estupinan
Durante años intenté pasar a los Estados Unidos. Siempre me quedé en la orilla. Más de una ocasión me apuntaron con sus armas, esperando que no cruzara. A veces policías. A veces cazadores de ilegales.
Intenté cruzar con la ayuda de un pollero, en el compartimiento de una camioneta, pero solo me llevó a un desierto para golpearme y robar mis cosas.
Traté de llegar sobre “La Bestia”, y un grupo de abusivos me lanzó del tren en movimiento a medio camino, solo para arrebatarme un sándwich.
Pero esta noche fue diferente. Era la última vez. Estaba dispuesto a morir antes de tener que regresar. Si me iban a disparar, hoy era la noche.
En un golpe de suerte, traspasé la brecha. Corrí lo más qué pude. Un perro salió de entre las sombras para cazarme, pero logré patear su hocico. Eso me dio tiempo. Llegaron más perros. Sus ladridos bravos se oían a mi espalda y sus fieros colmillos tronaban cuando lanzaban sus mordidas y de un segundo a otro, hubo silencio.
Vi una luz cegadora viajar rápidamente hacia mí. Si era un helicóptero, no podía oírlo. Todo se enmudeció. Los perros se fueron. Comencé a correr. Me iban a disparar. Lo sabía.
Esa luz me envolvió. Me atraparon en un segundo. Aquel resplandor me cegaba. No podía dejar mis ojos abiertos. Levanté las manos y me arrodillé, esperando la bala. Pasé mucho tiempo quieto y sin saber qué pasaría. Cuando abrí los ojos todo era blanco. Mi visión se ajustó poco a poco y no pude evitar el asombro…
Ahora estoy viendo las estrellas a través de una enorme ventana. Están tan cerca, que parece que puedo tocarlas. La Luna se está alejando. La Tierra también.
Esta noche, por fin crucé una frontera. La del Sistema Solar.
Border Tuner, instalación del artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer.
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