Hace unos años, cuando aún tenía el dedo en la vena del mundo de los cómics (con esto, me refiero, a que compraba cómics en una tienda de ñoños, como Dios manda), me adentré en un mundo que hasta la fecha, me sigue apasionando. El gusto por los cómics es, sin duda un gusto adquirido, y uno sumamente difícil de dejar.
Y después, mas allá de los muchos cómics independientes que mantienen la industria fresca, mas allá de los anti-héroes, y mas allá de la satisfacción que da encontrar una nueva historia que nos haga temblar de la anticipación, tenemos ni mas ni menos que al gran Alan Moore.
Si Alan Moore no es el mejor escritor de novelas gráficas de la industria, es sin lugar a dudas el mas respetado. El oriundo de Northampton es responsable de clásicos instantáneos del medio, como el épico From Hell, que es una re-interpretación del caso de Jack el Destripador, el inolvidable V for Vendetta, The Killing Joke donde, nos da una de las interpretaciones mas espeluznantes del Joker que se han visto y el intocable Watchmen, que es casi universalmente considerado la mejor novela gráfica de todos los tiempos.
Pudiera alabarlo toda la noche, pero solamente agregare que Alan Moore tiene pocos iguales en su ramo, y dudo que tenga alguien que lo mire hacia abajo.
La influencia de H.P. Lovecraft en el autor inglés se antojaba escasa. En el mundo de los súper héroes hay poco lugar para el horror cósmico, y por ende, pocas cosas se colaban. Pero de vez en cuando nos daba un poco, entre Swamp Thing, John Constantine, algunas historias de los Green Lantern Corps y unos pequeños guiños en The League of Extraordinary Gentlemen se asomaba la influencia que Lovecraft le había inyectado al autor de Watchmen.
Pero cuando la humanidad llego al nuevo milenio, Alan Moore se tiró un clavado en el horror Lovecraftiano, primero con The Courtyard, que esta basada en una prosa que escribió el mismo, y a la vez funge como consultor. Después en el impactante Neonomicon, de su autoría. El día de hoy, les quiero recomendar que lean su actual novela gráfica, Providence.
Si tuviera que describir Providence en una palabra, diría que es hermoso. Es una hermosa novela gráfica.
No me malinterpreten (pude escuchar un colectivo “no mames” de parte de todos ustedes), esta novela gráfica sigue la linea de la ficción Lovecraftiana casi al pie de la letra. La belleza de esta obra radica en el arduo trabajo que el autor le ha invertido, y que denota la admiración que le tiene al buen Howard.
Mención muy aparte se merece Jacen Burrows. Su perturbadora visión de las palabras de Alan Moore nos arrastran irremediablemente al lugar de la acción, y su mano experta nos guía a través de los horrores que la historia nos va presentando. El dibujante no creó exactamente paneles de una novela gráfica, sino un ecosistema donde pueden florecer estos ricos personajes y sus pintorescas situaciones.
Providence es una precuela, y una secuela (ambas, a la vez) de Neonomicon. Supongo que en realidad no importa en que orden se lean estas dos obras, pero esa es solo mi humilde opinión. Aunque cabe mencionar que Neonomicon salió primero a la venta. La historia se desarrolla en 1919, y nos presenta a Robert Black, un reportero homosexual que decide probar suerte como escritor, después de que una de sus investigaciones lo pone en el camino de una serie de extraños casos, todos conectados entre sí, de una manera directa o indirecta, y que lo llevan a desenmarañar el misterio de un Estados Unidos sumido en el ocultismo, y en los horrores custodiados por gente que a simple vista no tiene problema en continuar teniendo una existencia relativamente normal.
Lo que me atrapo inicialmente de esta obra, es su similitud espiritual con “The Shadow Over Innsmouth”. Nuestro protagonista viaja por New England, de un lugar a otro, conectando los puntos de su investigación y poco a poco, se mete hasta las rodillas de una serie de terribles eventos a los cuales, difícilmente les puede dar la espalda.
Desde el principio de la novela, nos queda claro que las personas que existieron en la vida real viven en un mundo donde los personajes de los cuentos de Lovecraft también existen, aunque cuando nuestro aspirante a escritor los conoce, los nombres no son exactamente como los recordamos. No toma mucho tiempo deducir que es lo que esta pasando, y por que los nombres no nos cuadran, pero también es justo mencionar que el autor no hace el menor esfuerzo por ocultar sus intenciones. Lo que quiero decir es que las referencias, son solo el dulce de la historia. Por si misma, esta obra de Alan Moore se alza por si sola como una excelente (me atrevo a decir obligatoria) adición a la colección de cualquier seguidor de Lovecraft.
El trabajo que hizo Alan Moore con el trasfondo de la mitología de Lovecraft, es poco menos que sorprendente. Podemos ver algo del alma del autor en este trabajo, su propia versión de lo que bien podría ser el universo de la literatura de horror mas conocido, y se siente nuevo, como una bocanada de aire fresco. Se nos presenta una gran historia con elementos conocidos que nos remontan a las versiones originales, para poder verlas con nuevos ojos. Tan así, que aunque oficialmente, Providence no ha terminado, en el penúltimo ejemplar, Alan Moore dio un cierre mas completo y espectacular que muchos finales auténticos de muchas obras (y no solo hablo de novelas gráficas, incluye novelas y películas).
Lo único que sentí un poco forzado, es la transición entre un tomo y otro. La ayuda y las pistas que recibe nuestro infeliz reportero, se antojan un poco improbables. O bueno, quizá solo se deba a que estoy acostumbrado a vivir a 100 años de la época en que se desarrolla esta historia, y si llega alguna persona que conocí ligeramente por la tarde, o si se presenta mencionando el nombre de otra persona tocando a mi puerta en mitad de la noche, mi primera reacción no es invitarlo a dormir en mi cuarto de huéspedes. Pero quien sabe, podría estar equivocado.
En general esta novela gráfica es muy buena. Muy recomendable para los veteranos de Lovecraft, pero en realidad me gustaría saber el efecto que tiene en alguien que no esta familiarizado con su trabajo. La historia tiene una coherencia magnifica y una fluidez que rara vez se encuentra en un tributo a la obra de H.P. Lovecraft. Pero bueno, si Alan Moore va manejando, es muy poco probable que tu viaje no sea placentero.
Léanlo, por favor. Y si no lo hacen, al menos, tengan la bondad de leer el numero 7 y deleítense con los paneles donde interactúan Robert Black, King George y Ronald Underwood Pitman o como le llaman sus amigos, Ronnie.
Por: Javo Monzón
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