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Foto del escritorDra. Pyschopomps

El Loco: esclavo de los infiernos

Actualmente los estados internos del cerebro se encuentran de moda; encontramos miles de artículos destinados a tener conversaciones efectivas, empatía, compasión e incluso hace unas semanas, la respuesta de un mail sobre la salud mental de una empleada fue un boom. Cientos de años han tenido que pasar, para continuar con un estigma que “al parecer” no lleve a una persona con algún trastorno mental a la hoguera. Ahora haremos un breve recorrido por el Renacimiento, periodo de algunas reformas, del proceso de emanicipación del estado y la religión; nuevos mundos descubiertos y olor a chicharrón humano por la quema de miles de europeos, mientras nuestros ancestros, temblaban ante un destino similar por creencias diferentes, pero sometimiento necesario. Bienvenido a la represión mediante símbolos sexuales como súcubus, íncubus, vampiros, hombres lobo, hechicheros, brujos y demás.


El espíritu monástico había esparcido un ascetismo religioso que se acompañaba del desprecio del cuerpo, nido de los placeres carnales, depósito poco digno y corruptible para un hombre de ciencia. El aspecto de la “ locura”, después de la muerte obsesionaba la imaginación de los hombres. Ésta era un vicio y una marca de degradación para el ser humano: había firmado un pacto con Satán que habitaba en el cuerpo y libraba duro combate con el alma, y así el ” loco” exteriorizaba ser un esclavo de los infiernos.


Un ejemplo de ellos fue el cirujano Ambroise Paré, considerado como uno de los padres de la cirugía, ya que ayudaba a ligar vasos sanguíneos; pero que por otro lado, aseguraba que el demonio poseía cuerpos: “Los que están poseídos por los demonios hablan con la lengua fuera de la boca”...o el célebre jurista Bodin, que además de escribir la República, lanzaría el Demonomaníe des sorciers un aviso a todos aquellos a quienes las seducciones de Satán no dejaban insensibles.


En el siglo XV el exorcista alemán Johannes Nider, examinó la parte de enfermedad en los sujetos acusados de posesión, expuesto en el Malleus Maleficorum, mencionado por nuestros autores favoritos de horror, pero que le costó la vida a muchas mujeres acusadas de brujería en Alemania, o bien el De praestigiis daemonum, en donde Jean Wier describe 7,450,926 demonios; asegurando que los vampiros y los licántropos eran una mentira producto de la ignorancia. Este libro es recordado por dos cosas: Wier trataba una demonología completamente ortodoxa en términos de ratificación de la realidad de Satán y los espíritus demoníacos, mientras mantenía que sus habilidades para actuar estaban circunscritas a la omnipotencia de Dios, él estaba en desacuerdo con algunos de sus contemporáneos acerca de la justificación de la cacería de brujas. Wier creía que muchos, probablemente todos, los casos de supuesta brujería era resultado espejismos de supuesta brujería, más que verdadera y voluntaria cooperación con espíritus malignos.


En resumen, clama que los casos de supuesta brujería eran psicológicos más que sobrenaturales en su origen, aunque Jean Schenck opinaba que la obstrucción de los vasos sanguíneos uniendo el bazo con el estómago, obstrucción debida a la condensación o espesor del jugo melancólico era la responsable de las sensaciones que sus víctimas sentían para la unión carnal con los íncubus.



¿Mujeres al borde de un ataque? Lo que podría ser considerado como una "histeria", probablemente podría atribuirse al abuso de ciertas sustancias, sugestión o algún trastorno afectivo. No dejemos de lado la gama de enfermedades cerebrales autoinmune o infecciones.


En 1530 en Zaragoza, España; cierto número de mujeres esparcieron el rumor de que para ellas era suficiente, con frotarse la piel con excrementos de reptiles o de cuervos para que les fuese otorgada la facultad de elevarse en el aire. Aseguraban que cada noche realizaban estragos abominables entre los animales domésticos y hacían perecer a los niños. Ciento cincuenta fueron azotadas en Estella y las demás quemadas en Zaragoza. Y pasemos a Lutero, quien había sostenido toda una noche un alegato con un espectro.



Si alguien que discute con espectros no está badong,

hasta una nueva religión puede surgir.


Afortunadamente, fue durante el renacimiento que pensadores como Michael de Montaigne (Que sais-je?), tras visitar lugares donde se mantenían a personas con trastornos mentales encarceladas, comenzaba a ser más humanista y cuestionaba a la demonología, se dice que después de visitar a varias personas con dichos trastornos exclamó: “les daría eléboro en vez de cicuta”, que al igual es venenoso, pero al menos quita el estreñimiento y aumenta la contracción del corazón hasta que te envenenas. Así que entre las escarificaciones indicadas por el famoso médico Paracelso, a quien le debemos las sales de mercurio y el láudano o los múltiples métodos de tortura usados para exorcizar la locura; nos encontramos ante un siglo donde la incomprensión de la mente humana, llevaba a las masas a escoger esos eslabones vulnerables como chivos expiatorios para ser inmolados, expuestos y sacrificados.


2016 hay que sacar el Malleous Malleficarum o bien, hacer un estudio social por un síndrome de Lasègue-Falret.


Actualmente, con los avances científicos y tecnológicos, ¿por qué siguen presentándose fenómenos en masa? ¿qué represión pudiese existir? ¿por qué aún nos emocionamos con películas sobre posesiones o personajes con trastornos psiquiátricos?


¿Es inherente al ser humano?, no importa qué tanto conocimiento se tenga, el alma exige creencias y mitos, ¿o será el espíritu?



¿Acaso no reclama la oscuridad y el látigo para los alienados?

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